El exjefe de un grupo de amistad entre Japón y China, que acaba de regresar a Japón tras pasar seis años en una prisión de Beijing por lo que, según él, fueron falsos cargos de espionaje, dijo que todavía espera ver a China convertirse en un líder mundial, pero con un mejor tratamiento de los derechos humanos.
Señaló que fue apresado en el aeropuerto de Beijing cuando salía del país en julio de 2016 y puesto en confinamiento bajo vigilancia constante durante siete meses antes de ser detenido formalmente y trasladado a un centro de detención.
En junio de 2017 se le imputaron cargos de espionaje y se le acusó de ser representante de una agencia de inteligencia japonesa y de hablar de Corea del Norte con un alto diplomático japonés.
Durante el confinamiento inicial, dijo que las ventanas de su habitación estaban cubiertas y que solo vio la luz del día durante 15 minutos en los siete meses. No se le proporcionaron libros ni papel para escribir, y no se le permitió ver a un abogado ni ponerse en o con la embajada japonesa, dijo Suzuki.
Suzuki dijo en una conferencia de prensa en Tokio que el confinamiento de sospechosos antes de la detención formal en China es “un problema de derechos humanos extremadamente grave.”
Suzuki es uno de los más de una docena de ciudadanos japoneses que han sido detenidos por las autoridades chinas desde 2015, un año después de que China introdujera una ley de contraespionaje para rastrear a los espías extranjeros y a los ciudadanos chinos que los ayudan, según el Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón.
FUENTE: Associated Press