La imagen de Rose McGowan ha ido cambiando a lo largo de los años según evolucionaba su posición en la meca del cine hasta convertirse en una de las activistas más destacadas del movimiento #MeToo y su propiedad identidad. Para quienes no estén al corriente, en la actualidad ella se identifica con el género no-binario.
Los fans de la serie 'Embrujadas' la recordarán como la hermana con una media melena que oscilaba entre el caoba y el pelirrojo, y que a temporadas cambiaba para pasarse al bando de las morenas, pero en 2015 tomó la decisión radical de raparse la cabeza para acabar, en sus propias palabras, con la fantasía que la había convertido en un sex-symbol.
En realidad, ella siempre se ha sentido más cómoda con un peinado estilo pixie como el que ha lucido en los últimos tiempos, según ha aclarado ahora, y solo renunció a él por las presiones que recibió en los inicios de su carrera.
"De pequeña siempre había llevado el pelo corto, pero cuando llegué a Hollywood me dijeron que tenía que dejármelo largo porque, de otra forma, ningún hombre querría fo**arme. Y si no conseguía que quisieran acostarse conmigo, entonces nadie me contrataría. Fue una mujer quien me lo dijo. Cuanto más me crecía el pelo, menos poderosa me sentía", ha explicado en una nueva entrevista a la revista Hunger.
El cambio surtió efecto más allá de lo que ella hubiera podido imaginar y desde entonces no ha vuelto a mirar atrás.
"Los efectos secundarios que más noté era que los hombres por fin escuchaban las palabras que salían de mi boca, por primera vez en mi vida adulta. Antes no me oían, y era algo que no me esperaba", ha afirmado.
FUENTE: SHOWBIZ